domingo, 3 de julio de 2011

El reino de los "pranes"

Historia de poder. Llegar a ocupar ese "estatus" dentro del penal no es algo que llega de la noche a la mañana, ni es igual en todos los centros penitenciarios. Aunque es a partir de 1995 cuando se conoce la denominación de pran, como tal, a raíz de una protesta liderada por un reo del ex Retén de Catia, la existencia de reclusos con poder que controlaban y sometían a otros por la fuerza y el terror, ha sido una constante desde que se inventaron las prisiones.
De Puerto Rico. Hay varias opiniones sobre el significado de la palabra 'pran', la que más se acerca a la realidad es aquella que sostiene que esa denominación proviene de Puerto Rico, donde significa "cochecito". Trasladada a Venezuela, los reclusos la hicieron suya, toda vez que en las cárceles los pranes o sus seguidores, conforman el "carro" y su jefe es el que lleva el volante. No obstante, otras versiones señalan que, por sus siglas, pran significa Preso; Rematado; Asesino; Nato. (Vea: Así hablan en las cárceles: Palabras claves)
Llegar a ese estatus, cuesta. Quienes lo logran son los más sanguinarios, pueden comprar armas y hacerse del poder. Generalmente, quienes llegan a ese nivel son presos por homicidio, secuestro o narcotráfico, es decir, los más brutales.

Nacimiento de un pran. Lo primero que hace ese tipo de reclusos es conseguir un arma, o varias. Hace las compras con mucho sigilo, tratando que el pran de turno no se entere. Si tiene dinero, inicialmente busca cinco o seis reclusos a quienes nombra como su personal de seguridad o 'luceros'. Luego los arma, y espera el momento ideal para matar al pran y hacerse del control total del penal. Los beneficios, producto del control del penal, son innumerables

Pagar para vivir. El líder del penal cobra por todo. Para que un recluso pueda salir a tribunales, primero debe cancelar entre BsF 200 y BsF 500. Cuando el pran lo autoriza, previo pago, el reo deberá volver a pagar BsF 100 a los guardias nacionales para que le permitan subir al vehículo que lo trasladará a los juzgados. Controla, además, la cantina, la venta de licor, cigarrillos, drogas, el alquiler de teléfonos celulares, el ingreso de artefactos eléctricos, neveras, televisores, computadoras, el alquiler de minitecas, contrato con artistas, autorizaciones para que los internos puedan vender artesanías, perros calientes, empanadas, etc.

Danza de millones. En Rodeo II, el jefe de los delincuentes, apodado "el Oriente", sólo por el cobro de "la causa" obtiene un ingreso semanal mínimo de BsF 60.000, aparte del pago que hacen los reclusos que se encuentran en situación "especial", viviendo en los pabellones administrativos. (Vea más cifras en nuestra edición impresa) El enorme poder económico que detenta el jefe de los presos le permite sobornar a las personas responsables de la custodia del penal, para que les permitan ingresar armas, drogas, municiones y licores. Por ejemplo, el líder de los presos paga a los custodios BsF 100 por cada botella de licor que ingresa al penal; por cada kilo de cocaína, pagan entre BsF 8.000 y BsF 10.000.

Comodidades insólitas. Cuentan con televisores pantalla plana, nevera, aire acondicionado, cocina, DVD, computadoras, colecciones de gorras, zapatos y ropa de marca y licores en abundancia, esos delincuentes dirigen los secuestros, atracos, robo de vehículos, asesinatos, apoyados por las nuevas tecnologías y las redes sociales.

Hampa tecnológica. Como lo que les sobra es tiempo, los pranes cuentan con uno o dos reos que conocen el manejo de Internet y las redes sociales. Algunas veces, son ellos mismos los que se dedican muchas horas del día a buscar posibles víctimas, sobre todo a través del Facebook. Los pranes de Tocorón y Uribana contaban con computadoras personales con acceso a Google Earth en tiempo real, para poder vigilar las casas y propiedades de sus víctimas, así como sus "caletas" y lugares donde mantienen al secuestrado; es decir, la tecnología al servicio del hampa.

Corta vida. El reinado de los pranes generalmente suele durar entre uno y quizás tres años. La ambición por el poder y el dinero es tan grande que, en el momento menos pensado, se produce un enfrentamiento que los presos llaman "cambio de poder" y otro grupo toma el control. Casi siempre es otro recluso del entorno el que se hace con el mando, uno d esus luceros. En ese momento no hay contemplaciones ni fidelidades, simplemente es un desplace por otro y listo, un quítate tú para ponerme yo, pero a balazos.

Fuente: http://www.ultimasnoticias.com.ve

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